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Guerras de Orión

Introducción

Bienvenido una vez más, querido/a lector. Hoy vamos a tratar uno de los episodios más complejos y trascendentales dentro de la historia cósmica: Las Guerras de Orión.

Este conflicto, de naturaleza atemporal y multidimensional, involucra a múltiples razas y civilizaciones avanzadas, y ha dejado una huella profunda en la evolución de la conciencia y la estructura de la galaxia.

Comprender las Guerras de Orión permite contextualizar muchos de los desafíos, polaridades y dinámicas presentes en la experiencia humana actual, así como el origen de ciertas estructuras de poder, acuerdos cósmicos y procesos de ascensión.

¿Qué es Orión? Origen, mitología y estructura galáctica

Empecemos ubicando espacialmente el territorio del conflicto. Orión no solo designa una agrupación de estrellas, sino también un brazo galáctico en el que se encuentra nuestro sistema solar, conocido científicamente como el “Brazo de Orión”. Este brazo, también denominado “Brazo Orión-Cygnus”, es una de las subdivisiones en espiral de la Vía Láctea. Abarca una vasta región que contiene al Sol, la Tierra y una multitud de sistemas estelares, cúmulos y nebulosas.

De este modo, cuando hablamos de Orión, nos referimos tanto a una constelación visible en el cielo nocturno —familiar y reconocida en diversas culturas como símbolo de poder, caza y misterio— como a una localización concreta dentro de la estructura de nuestra galaxia.

En la antigüedad, civilizaciones como los sumerios y los atlantes poseían conocimientos avanzados sobre la estructura de Orión, transmitidos por seres de otros planetas como los Anunnakis.

Desde una perspectiva estelar, Orión es una federación estelar organizada, compuesta por casas de comercio e imperios que intercambian recursos genéticos y materiales, en lugar de utilizar dinero (Ver Federaciones Galácticas). Esta federación abarca una vasta región galáctica y se caracteriza por su diversidad de razas y sistemas de intercambio.

La Federación de Orión y su organización estelar

Como mencionamos anteriormente, la Federación de Orión es una estructura galáctica altamente organizada. Dentro de la federación existen acuerdos para proteger planetas menos desarrollados y garantizar su evolución sin interferencias externas, aunque también hay presencia de grupos rebeldes que actúan al margen de estos tratados.

La Federación se extiende a lo largo del Brazo de Orión y mantiene relaciones con otras grandes federaciones, como la de Sirio. Cada federación tiene su propia capital y sistemas de gobierno: En Orión, por ejemplo, destacan sistemas como Betelgeuse y Rigel, con Alcione como capital militar, actualmente bajo control pleyadiano (próximamente hablaremos sobre estos vecinos).

La organización de la Federación de Orión no solo refleja una compleja red de alianzas, tratados y sistemas de protección, sino que también participan una gran diversidad de especies, cada una con sus propios intereses y niveles de desarrollo (nosotros inlcuídos).

Causas y detonantes de las Guerras de Orión

Aquí se empieza a poner interesante. Las Guerras de Orión no surgieron únicamente por disputas territoriales o de poder, sino que tienen raíces mucho más profundas y complejas.

El detonante principal fue la polaridad entre dos grandes corrientes energéticas y evolutivas: la energía crística, asociada a la conexión directa con la Fuente y la evolución consciente, y la energía anticrística, vinculada al desarrollo tecnológico extremo y la desconexión espiritual. Esta polaridad se originó en los proyectos de los llamados hijos paradisiacos o arcángeles, quienes propusieron diferentes caminos para la evolución de las razas cósmicas.

Algunas especies, como los reptiles y los insectoides, evolucionaron durante millones de años siguiendo un camino tecnológico, pero con un límite en su desarrollo de conciencia. Por otro lado, el proyecto humano, impulsado por el arcángel Micael y los urma, buscaba permitir la encarnación de conciencias elevadas en cuerpos físicos, facilitando así la ascensión y la auto-realización. Esta propuesta generó resistencia entre las razas más antiguas, que veían amenazada su supremacía por la rápida evolución de los humanos y otras especies híbridas.

El conflicto se intensificó cuando ciertas civilizaciones tecnológicamente avanzadas replicaron el universo de manera artificial, creando realidades paralelas conocidas como Matrix de Control, donde las almas eran capturadas y utilizadas como fuente de energía (Más adelante cubrimos esto en detalle).

Como verás, esta guerra no se trató solamente de batallas como las que acostumbramos a ver en series y películas, sino que involucró mecanismos de control a nivel planetario que afectaron las almas (y posteriores reencarnaciones) de civilizaciones enteras.

La naturaleza atemporal del conflicto y su impacto en la evolución de civilizaciones

Nosotros, con nuestra percepción limitada de la realidad, vemos el tiempo como algo inalterable, inamovible. Para los humanos, el tiempo es como un río que corre en una sola dirección y nos arrastra sin que podamos hacer nada al respecto. Querido lector, dejame decirte que para otras civilizaciones más avanzadas, el tiempo es una dimensión más sobre la que uno puede desplazarse.

Esta pequeña introducción fue necesaria para explicar que las Guerras de Orión se distinguen por su carácter atemporal, es decir, no se limitan a una época o línea temporal específica. El nivel de tecnología alcanzado por las civilizaciones involucradas permitió el uso de portales y desplazamientos en el tiempo, lo que llevó a que el conflicto se expandiera a diferentes eras y rincones del universo.

Como resultado, muchas civilizaciones fueron reubicadas en tiempos primordiales o futuros para proteger su evolución, mientras que otras aprovecharon esta capacidad para perpetuar la guerra a lo largo de múltiples líneas temporales.

Este fenómeno ha generado un impacto profundo y duradero en la evolución de las civilizaciones afectadas. La guerra no solo alteró el desarrollo natural de planetas y especies, sino que también dejó una huella en la conciencia colectiva, perpetuando dinámicas de conflicto, polaridad y control (cualquier parecido con nuestra realidad es pura coincidencia)

Razas involucradas: humanos, reptilianos, felinos

En las Guerras de Orión participaron una gran diversidad de razas cósmicas, cada una con sus propias características, intereses y niveles de evolución. Entre las más destacadas se encuentran los humanos, los reptilianos y los felinos (También conocidos como Urma), aunque también intervinieron insectoides, aviares y muchas otras especies. Para que tengas una idea, dentro de la Federación de Orión, por ejemplo, existen aproximadamente 90 especies de humanos, 18 de reptilianos y cerca de 5,000 de insectoides, cada una con variantes y particularidades genéticas.

Los humanos, diseñados originalmente por los urma y el arcángel Micael, poseen una genética híbrida que les permite una conexión especial con la conciencia crística y la posibilidad de ascensión. Los reptilianos, por su parte, representan una de las razas más antiguas y tecnológicamente avanzadas, aunque su evolución en conciencia ha estado limitada por su origen y desarrollo. Los Urma, son seres de gran sabiduría y fuerza, y han jugado un papel clave en la protección y guía de otras especies.

Además de estas razas principales, existen muchas otras involucradas, como los aviares, cetáceos, grises y quimeras, cada una con su propia historia y rol en el conflicto. Próximamente dedicaremos artículos al origen e historia de cada especie.

Es importante destacar que dentro de cada grupo existen facciones tanto benévolas como hostiles.

El papel de la genética y la conciencia en la evolución cósmica

La evolución cósmica no depende únicamente de la genética, sino que está profundamente influída por la conciencia y la historia de cada ser. La estructura genética de las distintas razas, como los humanos, reptilianos, insectoides y felinos, proviene de proyectos realizados por Ingenieros Siderales que emplearon la geometría sagrada como base para la creación de formas de vida. Esta raíz genética compartida explica la similitud en la forma humanoide de muchas especies y su capacidad para la hibridación.

Sin embargo, la genética es solo una parte del proceso evolutivo. La conciencia, entendida como la capacidad de actuar, pensar y evolucionar, es el factor principal que determina el destino de cada ser y su posibilidad de ascensión. El proyecto humano, por ejemplo, fue diseñado para permitir la encarnación de conciencias elevadas en cuerpos físicos, facilitando así la auto-realización y la conexión con la Fuente. Por otro lado, algunas razas más antiguas, como ciertos reptiles e insectoides, alcanzaron un límite en su desarrollo de conciencia, lo que las llevó a buscar la evolución a través de la tecnología y la hibridación.

La interacción entre genética y conciencia ha dado lugar a una gran diversidad de especies y a complejos procesos de hibridación, que buscan superar las limitaciones evolutivas y alcanzar nuevos niveles de existencia. En última instancia, la evolución cósmica es un proceso dinámico en el que la genética, la conciencia y la experiencia individual y colectiva se entrelazan para dar forma al destino de las civilizaciones y del universo mismo.

La replicación tecnológica del universo

Uno de los episodios más críticos en las Guerras de Orión fue la creación de universos replicados mediante tecnología avanzada (Algo similar al Metaverso), un acto llevado a cabo principalmente por razas reptilianas e insectoides que habían alcanzado el límite de su evolución en conciencia. Incapaces de ascender espiritualmente, estas civilizaciones buscaron convertirse en “dioses tecnológicos” replicando el universo y creando realidades artificiales conocidas como Matrix de Control.

Estos universos artificiales pasan desapercibidas incluso para jerarquías superiores, y en su interior contienen almas reales que son capturadas y forzadas a encarnar repetidamente. Para alimentar estos universos, las razas hostiles abducían y vampirizaban almas de sistemas solares enteros, trasladándolas a estas matrix tecnológicas. Este proceso generó una crisis cósmica sin precedentes, ya que las jerarquías superiores se vieron obligadas a intervenir para detener la expansión de estos universos artificiales y liberar a las conciencias atrapadas.

La existencia de estas matrix representa el extremo de la desconexión espiritual y la manipulación tecnológica, y es uno de los factores que perpetuó la polaridad y el conflicto en la galaxia. Además, estas estructuras siguen siendo un desafío para la evolución de la conciencia, ya que muchas almas continúan atrapadas en ciclos interminables dentro de estas realidades replicadas (¿Será ese neustro caso también?).

Consecuencias de las guerras: mundos en cuarentena

Las Guerras de Orión dejaron como consecuencia la existencia de numerosos mundos en cuarentena, entre ellos la Tierra.

Estos planetas fueron aislados y convertidos en espacios de regeneración para conciencias que participaron o fueron afectadas por el conflicto, incluyendo criminales de guerra, mercenarios y almas traumatizadas. La cuarentena implica una malla electromagnética que limita las capacidades psíquicas y el recuerdo de vidas pasadas, impidiendo que las conciencias repliquen patrones destructivos en otros sistemas.

En la Tierra, la diversidad genética y de conciencia es resultado de la mezcla de múltiples razas y experiencias estelares. Aunque todos encarnamos en cuerpos humanos, las mónadas pueden tener origen reptiliano, felino, aviar, insectoide, entre otros. Esta mezcla explica la tendencia histórica de la humanidad hacia el conflicto y la dificultad para alcanzar la ascensión.

La experiencia humana en la Tierra es, en gran medida, un proceso de aprendizaje y regeneración, donde la conciencia debe superar la dualidad, los dogmas y las limitaciones impuestas por la cuarentena para poder evolucionar y liberarse de los ciclos de encarnación forzada.

El proyecto de hibridación y la búsqueda de ascensión

El proyecto de hibridación surge como una respuesta a las limitaciones evolutivas de ciertas razas que, tras alcanzar su máximo desarrollo tecnológico, no lograron avanzar en conciencia ni ascender a dimensiones superiores.

La hibridación consiste en combinar la genética y la conciencia de especies con conexión crística, como los humanos y los urma, con razas que han quedado estancadas, como los reptilianos e insectoides. El objetivo es permitir que estas razas puedan trascender sus límites y acceder a nuevos niveles de existencia.

Este proceso ha dado lugar a una gran variedad de híbridos, como las gárgolas (urma y draconianos), quimeras y otras formas de vida creadas en laboratorios o mediante experimentos genéticos en distintos planetas. La Tierra misma ha sido utilizada como un laboratorio de hibridación, donde la diversidad genética y de conciencia permite experimentar con diferentes combinaciones en busca de la ascensión.

Sin embargo, como explicamos anteriormente, la hibridación no garantiza el éxito evolutivo, ya que la conciencia y la capacidad de actuar, pensar y evolucionar siguen siendo factores determinantes. La verdadera ascensión requiere no solo una genética adecuada, sino también un trabajo profundo de conciencia y la superación de la dualidad y los dogmas.

El futuro de las razas hostiles y la muerte cósmica

Te estarás preguntando qué ocurre entonces con las razas que no logran evolucionar/ascender. Para las razas hostiles que alcanzaron su máximo desarrollo tecnológico pero no lograron evolucionar en conciencia, su única alternativa es la hibridación con especies que sí poseen esa conexión. Sin embargo, como dijimos antes, este proceso no siempre garantiza el éxito evolutivo.

Aquellas conciencias que no logran trascender la dualidad y el apego a la materia quedan atrapadas en ciclos interminables de encarnación en mundos artificiales o en los llamados umbrales tecnológicos.

A largo plazo, el destino de estas razas está ligado a la muerte cósmica: cuando el universo complete su ciclo y ocurra su disolución final, las conciencias que no hayan logrado elevarse regresarán a la malla elemental, perdiendo su individualidad y volviendo a ser parte de la sustancia primordial.

Solo aquellas almas que hayan superado las barreras de la dualidad y alcanzado la auto-realización podrán convertirse en creadores de nuevos universos y experimentar la existencia desde niveles superiores de conciencia.

Es por esto que el futuro de las razas hostiles es incierto y depende de su capacidad para transformarse y trascender sus propias limitaciones.

Conclusiones

Soy consciente que hemos cubierto mucha información para un solo artículo y espero haber sido capàz de ordenar las ideas de forma coherente. Hagamos un breve repaso.

Las Guerras de Orión y su legado muestran que la evolución de la conciencia es un proceso complejo, marcado por la polaridad, la hibridación y la búsqueda de ascensión. La experiencia humana en la Tierra, como mundo en cuarentena, es una oportunidad única para la regeneración y el aprendizaje, pero también implica grandes desafíos derivados de la mezcla de razas, memorias estelares y la influencia de fuerzas hostiles y benévolas.

Todo esto sirve, en gran medida, para explicar los conflictos que vivimos hoy en la Tierra, son ecos de una guerra que hasta el día de hoy siguen resonando en nuestra consciencia colectiva.

¿Qué podemos hacer con esta información?

Simplemente seguir avanzando en nuestro proceso de despertar de consciencia. Para ello, es fundamental asumir la responsabilidad individual y colectiva de cuestionar los dogmas, desintoxicar el cuerpo y la mente, y abrirse a nuevas formas de conocimiento y autoconocimiento. La práctica de la meditación, la búsqueda de información más allá de lo establecido y el desarrollo de la autoconciencia son pasos clave para romper los ciclos de encarnación forzada y contribuir a la transformación de la humanidad. Recomiendo leer este artículo sobre el despertar.

No hay un solo camino, y no todos los caminos son aptos para cualquiera. Desde mi perspectiva, lo importante es probar varios caminos y quedarnos con el que nos resuene mejor. El despertar de consciencia no es un proceso inmediato ni sencillo, lo importante es no detenerse y disfrutar el del camino 🙂

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