Introducción
Cuando escuchamos la palabra “Lucifer”, la mayoría de nosotros imaginamos de inmediato a un ser rojo con cuernos, un tridente y una cola, emergiendo de las entrañas de la Tierra entre llamas y fuego. Esta imagen se ha arraigado en nuestra mente gracias a la televisión, la industria del entretenimiento y, en parte, la religión. Sin embargo, los conocimientos ancestrales y la filosofía nos ofrecen una historia muy diferente. Aquí vamos a desarrollar quién realmente fue Lucifer, qué hizo y si realmente fue tan “malvado” como nos lo pintan. A por ello!
¿Quién es Lucifer Realmente?
Para empezar, es crucial entender que Lucifer no es el diablo rojo que la cultura popular ha pintado. La información que tenemos de este personaje proviene de antes de la prehistoria, de tiempos en que “comandantes Estelares” como Jehová, Enlil, Zeus o Marduk interactuaban y, a veces, se enfrentaban (Ver Annunakis).
En realidad, Lucifer no es una persona en el sentido humano, sino un “trono” o un cargo. En un tiempo muy antiguo, era el administrador de la Vía Láctea, un cargo de inmensa responsabilidad (y no es para menos!). Su función era llevar a cabo lo que se ordenaba desde las esferas más elevadas.
Bajo esta perspectiva, vemos que Lucifer era algo más parecido a un funcionario que a un demonio (aunque hoy en día esto es prácticamente lo mismo…).
La Verdadera “Rebelión”
Imaginen un universo donde todo ya está escrito. Las especies evolucionan exactamente como se predijo desde su origen, sin sorpresas ni desvíos. Lucifer, desde su perspectiva como administrador de este sector del universo, observó esto y se preguntó: ¿Es lógico que las especies no tengan libre albedrío ? ¿Qué tanto se puede aprender si el resultado ya está decretado? Es como mirar un partido de futbol donde ya sabemos el resultado. ¿Aburridísimo no?
Su propuesta fue revolucionaria: permitir que la vida se expresara en más formas, dándole a cada ser un poco más de libre albedrío para que no llegara a un final preescrito. Era una idea audaz para la evolución, porque en otros universos, la creación siempre volvía a lo mismo, repitiendo el ciclo.
La idea de Lucifer era permitir la dualidad y una forma totalmente diferente de entender la existencia. Incluso Micael (el Arcángel Miguel) pensó que era una buena idea y comenzaron a aplicarla en algunos proyectos genómicos, incluyendo humanoides, humanos y reptiles.
La Malinterpretación
Aquí es donde la historia se complica y, como en un juego de “teléfono descompuesto”, la información se fue distorsionando. Esa energía y propuesta de Lucifer, que venía de lo más alto, no fue comprendida por todos los niveles inferiores de la jerarquía.
Los comandantes que estaban en niveles más bajos, digamos en la 4D o 5D, entendieron la idea de Lucifer de “libre albedrío” como un permiso para hacer lo que quisieran.
Así fue como surgieron los “rebeldes” que se desalinearon de la “Federación” (Ver Federaciones Galácticas). Estos rebeldes comenzaron a dominar y someter planetas, actuando por su cuenta.
Satán: El líder de la rebelión
Dentro de esta malinterpretación, aparece la figura de Satán. Él era un comandante reptiliano, uno de los rebeldes que no acató las órdenes de la Federación. Acaparó muchos planetas bajo el “paraguas legal” de esta rebelión malentendida. Es importante destacar que Satán fue un resultado de la información malinterpretada que se le pasó a él, principalmente por los “Xopats”, quienes la modificaron a su conveniencia (Ver Orden del Dragón Negro).
La propuesta original de Lucifer no significaba “maldad” o “hacer el mal al prójimo”. Significaba entender la vida y llevarla por donde el corazón te indique, no por donde una federación o un destino ya escrito te diga.
La Historia escrita por los vencedores
Como en toda guerra, quien gana es quien dicta la historia. En aquel tiempo, la alianza de seres como Jehová y Enlil (Anunnakis) “derrotó” a los que estaban alineados con esta malinterpretación de la rebelión. Ellos lavaron el cerebro de la gente, diciendo que los rebeldes “querían la maldad” y no merecían un lugar aquí.
Esta visión fue la que prevaleció y dio origen a dogmas religiosos. Los pleyadianos que vinieron (los que nos delegaron Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma) eran sociedades de placeres sin mucha moral ni ética, y la humanidad los vio como “dioses” a los que había que rendir pleitesía. Ellos nunca negaron ser vistos como dioses y disfrutaron de la materialidad de la Tierra, lo que fue perjudicial para nosotros como especie (y luego a ellos).
La Invención del “Demonio” y el “Infierno”
Un punto clave en esta distorsión fue la intervención de figuras históricas como Constantino. Antes de concilios como el de Nicea, la palabra “Demon” (o similar) significaba que “eras capaz de escuchar a un comandante”. Eran entidades que podían transmitir conocimiento y se acoplaban al campo áurico de las personas, lo que hoy llamaríamos canalización o mediumnidad.
Sin embargo, Constantino “inventó” el concepto de demonio como algo malo y el “infierno”. Creó un estereotipo del diablo con alas, cuernos y cola, basándose en anécdotas y libros sobre comandantes rebeldes, que a menudo eran reptilianos o draconianos. Este “holograma” del infierno es algo creado por nosotros mismos como humanidad y del cual aún no nos hemos liberado.
Otros comandantes asociados a Lucifer y/o demonios
Es importante diferenciar a otros comandantes a los que a menudo se les confunde con “demonios”. Nombraremos sólo algunos:
• Moloc: Era un Anunnaki
• Belcebú: Un comandante de Orión.
• Asmodeus y Leviatán: Comandantes externos.
• Satán: Un comandante reptiliano (como mencionamos anteriormente).
Todos estos seres, aunque a veces puedan parecer “malos” por su apariencia o acciones, son parte de un juego de aprendizaje. Ellos son nuestros “maestros” porque, sin esa referencia “externa” o la dualidad, no llegaríamos a conocernos.
De hecho, Lucifer ya no está en ese cargo. Los “tronos” van cambiando, y él tiene ahora un cargo mayor y más elevado.
Conclusiones
La mayor enseñanza de todo esto es que la evolución es propia y personal. No hay “mal” en el universo, sino que la maldad está en nuestra mente, es lo que nos han hecho creer y lo que nos somete. Los verdaderos guías no te darán lo que pides si es para mimarte (dinero, regresar a un ex, curar dolencias), sino que te mostrarán el camino más difícil para que aprendas y evoluciones de verdad (ouch!).
Así que, la próxima vez que pienses en Lucifer o en cualquier concepto “oscuro”, recuerda que la historia es mucho más compleja. La verdadera “rebelión” fue una búsqueda de libre albedrío, y la “maldad” es, en gran medida, una construcción humana, un dogma que podemos desmantelar para ser libres.
Tu camino, tu conciencia y tu evolución son tuyos, y esa es la mayor enseñanza de todas.